Para segmentar bien una campaña en vallas que se sitúan en carreteras o vías urbanas, una forma muy práctica es pensar en el tipo de trayecto que hace tu público. No impacta igual una valla de carretera a alguien que va cada día al trabajo por la misma vía que alguien que se mueve puntualmente por zonas de compras y ocio. En el trayecto diario gana la frecuencia y el “me suena” que hace que tu marca o producto resuene en el público, pero para provocar la compra de productos funciona mejor un mensaje más activador, tipo promo o llamada a la acción directa, en zonas cercanas o de camino a tu establecimiento. En exterior, el trayecto manda: te dice dónde poner la valla y también cuánto texto y qué tono usar, porque no es lo mismo verlo en coche a 50 km/h que paseando.

 

Por ejemplo: colocar vallas cerca del punto de venta o en rutas que llevan a él ayuda a captar a quien ya está “en modo compra”; estar en rotondas, cruces y salidas estratégicas impacta justo cuando la persona decide hacia dónde va; y trabajar áreas residenciales funciona genial para servicios del día a día, porque te quedas en la mente del vecino y te conviertes en la opción natural cuando surge la necesidad. Es como pasar de “visibilidad” a “visibilidad con intención”, que es donde suele estar el rendimiento.